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Los he escuchado con mucha atención,
pero no hay quien diga la verdad,
ni quien se arrepienta de su maldad.
¡Nadie admite que ha hecho mal!
Todos hacen lo que les da la gana,
¡parecen caballos fuera de control!
Hasta la cigüeña y la grulla
conocen las estaciones del año;
también la tórtola y la golondrina
saben cuándo ir a un lugar más cálido.
En cambio, este pueblo no me conoce
ni quiere obedecer mis leyes.

»¿Cómo se atreven ustedes a decir
que son un pueblo inteligente
y que me obedecen?
¡Hasta los maestros enseñan mentiras,
y luego andan diciendo
que así dice la Biblia!

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